Es noticia la dimisión responsable de Llamazares, coordinador general de Izquierda Unida, noticia importante sin duda porque hablamos del líder de la tercera fuerza política de España. El método D´Hont provoca algunas incongruencias como la de que un número muy importante de ciudadanos españoles, votantes en las elecciones generales, deberán sufrir durante cuatro años. A ello, hay que sumar que un partido político, con un número importante de votos, se ve abocado a defender sus ideas en el Parlamento con tan sólo dos diputados. La cuestión requiere un análisis más profundo que la simple estadística de porcentajes, en la lectura del mapa electoral y representativo de la Cámara de los Diputados. Todos sabemos que tras los 11 y 10 millones de votos obtenidos por PSoE y PP respectivamente, se sitúa Izquierda Unida, IU-Verds con 963.040 votos, es pues la tercera fuerza política del Estado, cuyos únicos dos diputados representan cada uno a 481.520 ciudadanos. La marcha de Gaspar Llamazares como coordinador de la coalición, deja abierta la posibilidad del debate necesario para recuperar el espacio a la izquierda del PSoE, voz que en el Parlamento ha hecho un papel primordial otrora, dando fuerza a muchas políticas progresistas que se han visto limitadas desde los últimos comicios. Quizás IU tenga ante sí la definitiva disyuntiva de su desaparición definitiva, si no encuentra en su seno a líderes, en plural, capaces de dar la cara ante los asuntos de la vida o, el fortalecimiento efectivo para mantener viva la lealtad y el arrojo del casi millón de ciudadanos que les han seguido, así como, la recuperación de algunos que otros muchos miles, que se unieron al refuerzo del PSoE, en un intento de dar utilidad a sus votos. El comunista José Saramago, se quejaba del silencio de la izquierda cuando él mismo pronunció: "la izquierda no tiene ni puta idea del mundo en que vive", se lamentaba el escritor de que quizás se le veía como a un viejo, cuya opinión no importa. La vida sigue y el premio novel, se apena nuevamente del silencio ante la actual coyuntura y dice: "El tiempo fue pasando, pasando, la situación del mundo complicándose cada vez más, y la izquierda, impávida, seguía desempeñando los papeles que, en el poder o en la oposición, les habían sido asignados. Yo, que mientras tanto había hecho otro descubrimiento, el de que Marx nunca había tenido tanta razón como hoy, supuse, cuando hace un año reventó la burla cancerígena de las hipotecas en los Estados Unidos, que la izquierda, allá donde estuviera, si todavía le quedaba vida, abriría por fin la boca para decir lo que pensaba del asunto. Ya tengo la explicación: la izquierda no piensa, no actúa, no arriesga ni una pizca. Pasó lo que pasó después, hasta lo que está ocurriendo hoy, y la izquierda, cobardemente, sigue no pensando, no actuando, no arriesgando ni una pizca. Por eso no es de extrañar la insolente pregunta del título: “¿Dónde está la izquierda?” No doy albricias, he pagado demasiado caras mis ilusiones". Llamazares abre la puerta, ahora, es posible que por la izquierda, algo se vaya moviendo, ¿no? Baldomero Gómez
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